Aprendí a dibujar con las orejas de Ibáñez. Desaprendí con el paint y un ratón.

Con la fotografía analógica y las cámaras de juguete dejé de intentar controlar las cosas.

Con la estampación he conseguido nuevas cotas de imperfección.

La aberración es sexy.

Dibujo en el que salgo yo cutremente dibujado con trazo tosco. Llevo una camiseta negra en la que pone "KK FUTI" con letras gordas y rojas, unos pantalones cortos, una botella de 2 litros de kalimotxo en la mano izquierda y una especie de gorro con la forma de pétalos de margarita. Los rasgos de la cara son grotescos, con ojos de distinto tamaño y pupilas que miran cada una para un lado. En la boca sonriente aparecen 6 dientes colocados al tún-tún. Me flanquean 2 margaritas a cada lado, como si estuviéramos plantadas las 5 en el mismo suelo.